El
artículo de Claudia Gilardoni trata algunos temas educativos que, desde nuestro
punto de vista, es interesante estudiar y valorar. Pero también trata otros que
no son necesariamente definitivos, a partir de ellos señalaremos una serie de
apreciaciones.
Estamos totalmente de acuerdo con la autora en señalar que el rendimiento académico de los estudiantes depende en gran medida de su competencia lectora. Y que las dificultades de muchos alumnos a la hora de abordar ciertas materias o contenidos académicos son explicadas por esa carencia en el desarrollo de su hábito lector, que imposibilita la comprensión de las lecturas académicas. Sin embargo, según el estudio realizado, cada vez se lee con mayor frecuencia, ya sea por medios digitales o tradicionales, pero el índice porcentual no supera el 40% lo que indica que todavía queda mucho trabajo por hacer.
Estamos totalmente de acuerdo con la autora en señalar que el rendimiento académico de los estudiantes depende en gran medida de su competencia lectora. Y que las dificultades de muchos alumnos a la hora de abordar ciertas materias o contenidos académicos son explicadas por esa carencia en el desarrollo de su hábito lector, que imposibilita la comprensión de las lecturas académicas. Sin embargo, según el estudio realizado, cada vez se lee con mayor frecuencia, ya sea por medios digitales o tradicionales, pero el índice porcentual no supera el 40% lo que indica que todavía queda mucho trabajo por hacer.
Ahora
bien por otro lado, según el mismo estudio la lectura es considerada una
actividad beneficiosa para las personas, aunque esto sucede únicamente en la teoría
puesto que en la práctica los libros, como por todos es sabido, no son la
preferencia de la mayoría de alumnos.
Por
tanto, llegamos a la conclusión de que todo el mundo sabe que la lectura es una
tarea positiva y a pesar de ello se lee poco. Así que a partir de ahora se
deberá realizar un trabajo más complejo: hacer que los alumnos lean, pero no lo
hagan obligados por el sistema educativo sino por puro placer. Solo así
desarrollarán el hábito lector, mejorarán su competencia lectora y esto les llevará
a optimizar su rendimiento académico. El problema surge en cómo conseguirlo.
Pues bien, en nuestra opinión todo el entorno del alumno debería ser favorable
a la lectura y no solo fueran los profesores quienes hablasen de ella. Tanto
padres, madres como amigos y demás conocidos deberían ayudar a fomentar ese
hábito lector, hacerlo parte de su día a día para que el alumno no relacione
los libros únicamente con las tareas escolares. Por último, otra figura que
destaca la autora para el fomento de la lectura es la de los bibliotecarios,
diciendo que estos deberían formarse para ayudar a desarrollar ese hábito
lector en los más jóvenes. En parte tiene razón, aunque desgraciadamente cada
vez son menos los alumnos que acuden a las bibliotecas buscando consejo.
En
pleno siglo XXI, las TIC han sustituido con creces su papel, ofreciendo a los
estudiantes una información mayor y más variada. El fomento de la lectura es
tarea de todos.
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